12/6/12

Jugar con el cuerpo, con el corazón y con las manos

Dijo Gianni Rodari que la imaginación es una función de la experiencia, una elaboración de los elementos conocidos con formas nuevas y diferentes. El juego es la forma de experimentar con la realidad que tienen nuestros chicos; cuando los niños juegan sin patrones impuestos la fantasía puede mostrarse plena y la creatividad a partir de las cosasque nos rodean aparece más rica, más eficaz. 

En la actualidad los padres aceptamos con agrado límites cada vez más refinados en los juegos de nuestros hijos por temor a lesiones, enfermedades o cualquier tipo de eventualidad impredecible. De allí que aceptemos que se sustituyan los contactos reales, corporales por otros virtuales que evitan los conflictos y los riesgos de las relaciones naturales. Escasean las oportunidades en donde los niños de las ciudades usen el cuerpo para confundirse sin reglas con los demás y con la naturaleza.
No olvidemos que la vida virtual hiperdesarrollada tiene sus riesgos: individuos abstractos con desconocimiento de sus potenciales habilidades, con una autonomía cada vez más inhibida y sin conciencia de la pertenencia a un lugar. Además como la tecnología favorece el placer solitario de grandes y chicos, nuestros niños acceden temprano a formas debilitadas de juego encerradas en la falsa dicotomía de jugar para ganar o jugar para aprender. Por lo tanto importa mucho que preservemos espacios y tiempos de juego libres para nuestros hijos.
Sabemos que las áreas que antes servían para el intercambio y la experiencia como jardines, parques, bosques hoy están casi despobladas de niños. Sin embargo el mundo a explorar no debe ceñirse al hogar, los chicos no deben ser privados de jugar aquellos juegos que les permitan compararse con animales, vegetales, amigos o enemigos, en territorios conocidos o desconocidos para ensayar todas las gamas del aprendizaje social. Se trata de que nuestros niños habiten la Tierra, que la investiguen, que jueguen en contacto con su barrio, sus plazas y su ciudad.
Porque jugar es algo muy serio, desconfiemos de la exagerada intromisión de los adultos que proponen espacios seguros en circuitos estándar y evitemos el predominio de los juegos electrónicos. Es una gran meta educativa buscar que nuestros hijos vivan su infancia y desarrollen su imaginación. No queremos chicos precoces, queremos niños libres que jueguen con la cabeza, con el corazón y con las manos.
Mónica E. López en Estrategias Educativas

Ilustración: Tullia Masinari



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